El Sexo No Es Bueno Para El Marketing

Los metatags son etiquetas html. Se colocan en la parte de arriba de una página Web. Tú no puedes verlas, pero ayudan a los buscadores a entender la información de la Web y clasificarla.

Hubo un tiempo en que el metatag keyword (palabra clave) era importante. Escribías las palabras que identificaban a tu site. Elegías las más importantes. Las que mejor te representaban. El buscador las reconocía y te indexaba.

Cuando alguien tecleaba la palabra clave, el buscador recordaba tu keyword y reflejaba el link a tu página. Ésa era la forma tradicional.

Todos queremos más tráfico, pero…

Todos queremos más tráfico en nuestras páginas Web, pero hay maneras y maneras de conseguirlo. Maneras buenas y maneras malas.

En el inicio todo estaba revuelto. Internet estaba lleno de agujeros. Agujeros que podían ser oportunidades.

El metatag Keyword era un agujero. Muchos lo utilizaban de una manera extraña. Sí, reflejaban las palabras que mejor definían a sus Webs. Lo hacían.

Pero también reflejaban otras muchas palabras. Palabras que no tenían nada que ver con el contenido de su site. Palabras como sexo, negocios,… Palabras muy buscadas en Internet. Palabras populares.

¿Por qué? Por eso. Porque eran populares. Porque los internautas las buscaban y porque podían generarles montañas de tráfico.

Algunas conclusiones

La primera conclusión de todo esto es que el metatag Keyword ha dejado de tener importancia. Los buscadores saben cómo se utiliza y no le prestan demasiada atención. No es relevante.

La segunda conclusión es que, mientras todo esto duró, recibieron montañas de tráfico. Montañas de tráfico que buscaban “algo” y se encontraron con “algo totalmente diferente”.

El marketing es un juego de números. Cuantos más mejor. Cuantos más, más posibilidades de vender tu compañía, de colocar tu producto.

Ésa era la lógica. Más tráfico, el que sea, más ventas.

Seguro que funcionó. Al principio funcionaba todo. Pero no es la fórmula adecuada. No es un modelo sólido.

El sexo no es bueno para el marketing

La palabra “Sexo” puede generar montañas de tráfico, pero no genera montañas de conversiones (compras, suscripciones,…). Por lo menos, no las genera cuando tu contenido tiene poco que ver.

El marketing es un juego de números, pero también es un juego de afinidad. Los números están bien. Los números con afinidad son imbatibles.

El sexo no es bueno para el marketing. Utilizar estrategias para generar tráfico independientemente de su origen, no es bueno para el marketing. Generar atención de públicos no afines no es bueno para el marketing.

El marketing vive del tráfico que convierte. Tráfico que se identifica con tu contenido y que se relaciona con él.

Olvídate del sexo o de cualquier otra estrategia similar. Céntrate en la afinidad. En el tráfico afín a tus intereses. Pon todos tus esfuerzos ahí y convierte.

Salvador Figueros

Foto: je@n / flickr

No Necesitas Nada Para Construir Una Empresa Multimillonaria

Microsoft Como construir una emrpresa multimillonaria

Casi todos conocen la historia de Microsoft. Bill Gates, Steve Ballmer y Paul Allen vendieron a IBM un sistema operativo. Un sistema operativo que iría instalado en todos los PCs. Aquél sistema terminó convirtiéndose en el famoso MS-Dos. A partir de ahí, nació el imperio de Microsoft.

La operación es interesante. La negociación de tres chavales inexpertos con la gran IBM es interesante. La frivolidad de unos ejecutivos entregando un imperio a cambio de tan poco es interesante.

Pero lo más interesante es cómo se produjo todo.

Cómo se crea un imperio

IBM estaba trabajando en sus PCs para plantar cara a Apple. Tenían los ordenadores. Bill Gates y su compañía le ofrecieron el software necesario para hacerlos funcionar.

Hasta ahí, es una historia normal. Una compañía necesita un producto. Tú tienes el producto. Lo ofreces. Asunto cerrado.

Todo es absolutamente normal si no fuese por el hecho de que Microsoft no tenía el software cuando cerró el acuerdo. No tenían nada.

Microsoft compró el sistema operativo a Seattle Computer Company. El mismo software que luego vendió a IBM.

Un gran modelo de negocio

Bill Gates formó un imperio de la nada. De la nada más absoluta. No necesitó desarrollos, software,… No necesitó nada.

Todo lo que tuvo que hacer fue encontrar a alguien con una necesidad. Buscar el producto para satisfacerla y ofrecerlo.

Así funcionan todos los negocios. ¿Obvio? No tanto. Seattle Computer Company no lo hizo. Otras compañías similares tampoco lo hicieron.

¿El valor de Microsoft? La conexión. Encontró la necesidad. Encontró el producto. Estableció la conexión.

En su caso, compró el producto. Le interesaba porque las expectativas de ganancia eran enormes. Pero el modelo funciona sin tener que comprar nada.

Más allá de Microsoft

La historia es curiosa, pero éste no es un post sobre Microsoft. Es un post sobre modelos de negocio.

Olvídate de Microsoft. Piensa en el modelo. Busca necesidades. Busca soluciones. Ponlas en contacto. Cobra una comisión.

Más alternativas. Busca empresas con un activo infrautilizado (carteras de clientes,…). Busca empresas con productos que puedan sacar partido a ese activo. Ponlas en contacto. Cobra una comisión.

Es el modelo de intermediación. Una intermediación particular. Sin productos, sin almacenes, sin infraestructuras… sin barreras de entrada. Una intermediación limpia.

Las variantes son infinitas. Sectores, productos, servicios,… En el país, en el extranjero,…

Si eres capaz de encontrar la solución a un problema, tienes negocio. No necesitas comprar nada. No necesitas fabricar nada. No necesitas nada más.

Sólo tienes que buscar problemas y soluciones, necesidades y remedios… Ponerlos en contacto y hay negocio.

Es un modelo antiguo. Un modelo conocido. Un modelo que funciona.

A veces, tendemos a complicar las cosas. A hacerlas más difíciles. A veces, es tan simple como mirar. Mirar los dos lados de la ecuación y conectarlos.

Salvador Figueros

Foto: ToddABishop / flickr

¿Estás En La Media?

“Regresión a (hacia) la Media” es un término estadístico. Cuando una variable sufre un movimiento extremo, tiende a volver a la media en el siguiente movimiento.

La media funciona como un imán enorme que atrae el movimiento de todas las variables. Te da pequeños respiros, pero siempre terminas cerca.

Un mundo alrededor de la media

Nuestro mundo funciona así. Lo organizamos todo alrededor de la media. La media te da los puntos de referencia. Te da tranquilidad. Define el comportamiento….medio.

Cuando estás por debajo, estás incómodo. No llegas a la media. No llegas al comportamiento de todos. No llegas a la normalidad.

Luego, trabajas. Trabajas para recuperar la media. Para ser como los demás.

Los peligros de la media

La media es normalidad. Cuando intentas alcanzar la media, intentas ser más normal. Más como todos. ¿Por qué?

¿Qué hay de bueno en ser como todos? ¿Qué hay de bueno en ser homogéneos? ¿Qué hay de bueno en ser iguales?

La media se carga las diferencias. Las distintas maneras de ser. Los perfiles. Las opiniones. Las…

¿Dónde hay que poner el foco?

¿Cuál es tu prioridad? Estás por debajo de la media en algo. Estás por encima de la media en algo. ¿Qué haces?

La reflexión es la siguiente. Por encima, estás bien. Mantén. Por debajo, no estás al nivel. Corrige.

Ésa es la reflexión normal. La reflexión de la media. Pero hay otras reflexiones.

¿Qué tal… pon tu esfuerzo en mejorar en lo que eres bueno, en lo que estás por encima de la media para ser aún mejor, más diferente,… para aportar lo que no aportan otros?

Al final es tu decisión. Cada uno tiene la suya. Todas son buenas. Pero recuerda que el fenómeno estadístico de “Regresión a la Media” también recibe otros nombres: “Vuelta a la Media” y “Vuelta a la Mediocridad”.

Salvador Figueros

Foto: dno1967b / flickr

16 Cosas Que Puedes Hacer Para Espantar A Tus clientes

Sí, sí, es intuitivo. Todo el mundo lo sabe. “A los clientes hay que tratarles bien”.

Ésta es una expresión peligrosa. Cuando no le pones apellidos a las expresiones, son difíciles de entender. ¿Qué es “bien”? ¿Qué hay dentro de “bien”? ¿Es lo mismo para ti y para mí? Seguramente no.

Hay que ir un poco más allá. Hay que definirlo. Tienes que concretarlo para que no te surjan muchas dudas.

Tienes que saber qué puede espantar a tus clientes. Qué puede hacer que  salgan corriendo.

1.- No ser el mejor en algo

Es así. Haz algo bien. Hazlo muy bien. Mucho mejor que los demás. Elige algo en lo que creas que puedes destacar y destaca.

Inventario, especialización, entrega,… Cualquier elemento puede funcionar siempre que esté relacionado con tu negocio. Tienes que ser el mejor, tienes que contarlo y tu cliente tiene que saberlo. ¿Hay otra razón para que compren tus productos?

2.- Tener demasiadas reglas

Tienes que hacerlo fácil. No puedes poner barreras. Conseguir clientes es demasiado complicado.

La situación es la siguiente. Te gusta un producto. Lo quieres comprar. Cuando lo haces, hay más cosas. Hay que leer la letra pequeña. Hay que repasar la garantía para entender qué contempla. Hay que…

Es demasiado complicado. Las cosas tienen que ser simples. Compras un producto. Eso es todo. No quieres complicaciones. Quieres seguridad.

3.- Desconocer tu sector o tu producto

Vendes muchas cosas, pero también vendes conocimiento. Es la mejor forma de ganarse la confianza de tus clientes. Tienes conocimiento y les asesoras. Les solventas sus dudas.

La idea es convertirte en la referencia. El conocimiento te ayuda. Te da autoridad. Tus clientes se sienten seguros. No tienen que buscar en otro sitio.

4.- Dejar mal a la competencia

No es correcto. No es elegante y da mala imagen. Competir no consiste en humillar a los demás. Tiene poco que ver con eso.

Competir consiste en hacerlo mejor que los demás. Ahí es donde te tienes que centrar.

Cuando vendes tu producto o servicio, vendes tu diferencia. Porqué puede encajar en las necesidades de tu cliente. Cómo puede ayudarle.

Si atacas a los demás, es probable que no tengas grandes argumentos. Tu cliente lo sabe. Hablar mal no te deja en buen lugar.

5.- No tener el precio adecuado

El precio es importante. Sí, claro. Pero no estoy hablando de precios altos o precios bajos. Eso no es importante. Es importante la lógica que hay detrás de ellos.

¿Tus precios son altos? ¡Fantástico! ¿Por qué? ¿Hay una razón que lo justifique? ¿Es suficientemente potente? ¿Lo puede valorar el cliente? ¿Sí? No hay problema. Tienes un argumento, es poderoso y sabes defenderlo. No necesitas mucho más. Hay otras opciones. Sí. Pero no son la tuya.

¿Tus precios son bajos? ¡Fantástico! ¿Por qué? El mecanismo es el mismo. ¿Tienes un buen argumento (capacidad de compra, producción propia,…)? No hay problema.

Tu precio es adecuado si tiene una argumentación y es coherente con lo que persigues.

6.- Hablar sin parar

¡Cuidado con tus palabras! No interesan demasiado. Aquí no gana quien habla. Aquí gana quien tiene la capacidad de escuchar.

Tu trabajo es escuchar. Escuchar a tus clientes. Qué quieren. Qué necesitan. ¿Cómo les puedes ayudar si no les has escuchado antes? ¿Cómo puedes hacerlo si no sabes qué es lo que están buscando? Difícil.

7.- Dar consejos interesados

Hay dos tipos de escuela. La que persigue la venta y la que persigue al cliente.

La que persigue la venta hace todo lo posible por vender. Argumentaciones discutibles, consejos interesados,… Después de la venta no hay nada. Es su manera de hacer las cosas.

La que persigue al cliente hace todo lo posible para que el cliente quede satisfecho. Unas veces vende otras veces no. Después, siempre queda el cliente.

8.- No respetar los tiempos

Hay pocas cosas que molesten más a tus clientes que no cumplir los plazos. Los plazos hay que respetarlos.

Al final, es sólo un día, quizá dos… No es grave. Es poca cosa.

El tema no funciona así. No depende de cuánto incumples. Tiene que ver con el hecho de incumplir. Una semana, un día, una hora,… ¿Incumples? No me puedo fiar de ti. ¡Adiós!

9.- Dar lecciones

Dar lecciones y asesorar son cosas muy distintas. Está bien que orientes a tus clientes. Que les ayudes. Que les digas por dónde pueden ir. Eso es lo que tienes que hacer. Es lo que esperan de ti.

Dar lecciones es distinto. No nos gusta recibirlas. A tus clientes tampoco. No están ahí para que les digas qué tienen que hacer. Están ahí para entender cómo les puedes ayudar.

Si tienes que educar, hazlo. Hazlo compartiendo. No impartiendo. Es una cuestión de actitud.

10.- Ser de plástico

Los negocios se hacen entre personas. Sí, compramos productos de compañías, pero nos relacionamos con personas.

Está bien que tu compañía tenga un estilo determinado. Tiene que ser así. Pero tienes que saber dónde termina el estilo y dónde empieza la persona.

Ser de plástico no ayuda demasiado. Muéstrate como eres. Conecta. Engancha ¿No lo consigues? No pasa nada. No puedes conectar con todos. Somos distintos. Unos pueden ser tus clientes. Otros no lo serán nunca. Así son las cosas.

11.- No parecer profesional

Además de serlo, tienes que parecerlo. No basta con hacer las cosas bien. Hay una serie de elementos que debes conocer. Que debes respetar y que debes trabajar para transmitir la imagen que deseas.

¿Cómo es tu logotipo? ¿Te parece fantástico? Enséñaselo a alguien que no conozca tu historia. Alguien que no esté influenciado. ¿Qué piensa? Enséñaselo a más.

Es muy probable que si tu logotipo es poco profesional salte enseguida. Tan pronto como dejes de contemplarlo tú y empiecen a contemplarlo los demás.

Tu logotipo, tu nombre, tu espacio, tu… son elementos que te definen. Elementos que les dicen a los demás cómo eres. Si no están a la altura, no eres profesional. Da lo mismo el resto. No pasas el corte.

12.- Ser correcto

Ser correcto no es suficiente. El mundo está lleno de negocios correctos. Negocios que ofrecen los productos correctos. Negocios que te tratan correctamente. Negocios que…

Tus clientes no quieren negocios correctos. Quieren negocios que les sorprendan. Negocios que cubran sus necesidades y, cuando ya lo han hecho, sigan haciendo cosas. Negocios que vayan mucho más allá de lo que ellos puedan imaginar.

Esos son los negocios que gustan a tus clientes.

13.- Pensar en ti

Sí, pensar en ti en lugar de pensar en ellos no es una buena idea.

¿Cuál es tu única razón de ser? ¿Servir a tus clientes? Si ésa es tu respuesta, tienes un negocio. Si no coincide, estás fuera.

No puedes pensar en ti. No es necesario. Si te centras en tus clientes y piensas en ellos por encima de todas las cosas, ellos se encargarán de ti. Ellos se preocuparán de tu negocio. No hace falta mucho más.

14.- Mentir

Nunca. No es aceptable. No es aceptable de ninguna de las maneras. Tampoco es rentable.

La mentira es lo que es. ¿Una venta? Es posible. Puedes ir adelante, pero no es muy inteligente.

Todo son relaciones. Hacemos negocios con la gente que conocemos, nos gusta y en la que confiamos. Si traicionas esto, no hay mucho más. Cuando lo haces, te quedas sin negocio. ¿Hoy? Quizá no. ¿Mañana? Tu mismo.

15.- Ser impaciente

Las cosas tienen su tiempo. Cada una su tiempo determinado. Cuando intentas forzarlas, no funciona. Arriesgas demasiado.

La impaciencia no te va a ayudar. Tu trabajo no es forzar los tiempos. Tu trabajo es mover la relación hacia delante. Si lo consigues, estás en el camino.

Es un proceso de maduración. Si intentas recoger la fruta antes de tiempo, los resultados no serán los mejores. ¿Alguna pieza intacta? Seguro. Muchas perdidas.

Cuando el momento es el momento, el resultado es mucho mejor. ¿Alguna pieza intacta? Casi todas. Alguna perdida.

16.- No dar seguimiento

Hay que hacerlo. Nuestra memoria es limitada. Nuestro recuerdo puede desaparecer. Dale seguimiento a tus clientes. Recuérdales que estás ahí. Recuérdales que todavía os quedan muchas cosas por hacer juntos.

Sí, le has gustado. No tiene nada que ver contigo o con tu producto. Tiene que ver con la saturación.

El día a día es complicado. Hacemos demasiadas cosas. Prestamos atención a demasiadas cosas. Al final, tu cliente no tiene la obligación de acordarse de todo. Tú sí.

Aquí hay 16 cosas que puedes hacer para espantar a tus clientes y que debes evitar. Hay más. Siempre hay más, pero con estas te puedes asegurar que no vuelvan nunca.

Ten cuidado. No pienses que basta con tratarles bien. Sí, hay que tratarles bien. Claro. No puede ser de otra manera. Pero hay que hacer algo más.

Salvador Figueros

foto: striatic / flickr

¿Dónde Estás Mirando?

Simplemente ocurre.

Estás en una reunión de dirección. Un montón de gente en una sala. Mucha preparación. Mucha responsabilidad.

Agendas rellenas de puntos. Horas y horas de intercambio de ideas. De formas de ver las cosas. Podemos hacer esto. Podemos hacer lo otro. Podemos hacer tantas cosas.

Al final, terminas. Repasas las conclusiones, los próximos pasos, el poso de la reunión. Nada. Nada importante. Nada que mueva el negocio. Nada que lo haga crecer.

Es una sensación extraña.

Las cosas que no importan

Tu negocio está lleno de cosas que importan y de otras que importan menos. Las que importan menos son más numerosas. Están por todos los sitios.

Las cosas que importan menos son peligrosas. Se disfrazan. Se muestran. Llenan los puntos de las agendas. Quieren ser protagonistas.

Pueden utilizar palabras complejas. Reingeniería. Procesos. Estructuras. Overheads. Métricas. Templates,… Palabras que suenan bien.

Da lo mismo cuántas sean. Da lo mismo lo bien que suenen. Da lo mismo cuántas horas de reunión puedas rellenar. Tu trabajo es otro. Tu trabajo es preocuparte por tu negocio.

Siempre es lo mismo

¿Por qué montas un negocio? ¿Por qué arriesgas capital y esfuerzo para arrancar tu compañía? ¿Cuál es la razón de todo esto?

Los negocios se montan para ganar dinero. También para otras cosas. Pero primero lo primero.

Es así. Siempre es lo mismo, pero muchas veces lo olvidas. Lo que realmente importa son tus clientes. Ésa es la razón de ser de los negocios. Más clientes, más dinero, más negocio.

Después, todo lo demás. Hay tiempo para todo.

¿Dónde estás mirando?

Ten cuidado. Es fácil distraerse. Hay demasiadas cosas que llaman tu atención.

Repasa las últimas reuniones, el último plan de acción, tus últimas decisiones… Comprueba que lo que estás haciendo es importante.

¿Tiene que ver con tus clientes? ¿Con la forma de captarlos? ¿Con el servicio que les ofreces? ¿Con la manera en la que cubres sus expectativas? ¿Con…?

¿Sí? Entonces estás mirando en la dirección correcta.

¿No? ¡Alto! Para y reflexiona. Reordena tus prioridades. Coloca cada cosa en su sitio y empieza de nuevo.

No vale cualquier dirección. Tienes que mirar en la dirección correcta. Cuando no lo haces, no ves lo que realmente importa. Cuando no lo haces, es difícil desarrollar, mejorar y corregir.

Salvador Figueros

Foto: Daquella manera / flickr

¿Cuáles Son Los Peligros De Ser El Número Uno?

Kodak is gone. Sí, se ha terminado. Caput. Finito. O, por lo menos, está en vías de ello si no resuelve sus graves problemas.

Kodak ha solicitado la protección del Capítulo 11(expediente de quiebra). Un complejo entramado legal-administrativo al que se someten las empresas con problemas financieros en Estados Unidos.

Si en un espacio reducido de tiempo no consigue solventar su situación,… ¡Adiós!

Número Uno

¿Cómo es posible? ¿Qué puede pasar para que una compañía como Kodak llegue a esta situación?

Kodak es el padre de las cámaras, de la película,… ha sido líder mundial durante tantos años… que no puedo recordar cuando dejó de serlo.

No ha inventado la fotografía, pero la fotografía no sería lo mismo sin Kodak. Sus cámaras y sus carretes la popularizaron. La hicieron asequible. La llevaron a todos los rincones del mundo.

En 1880 se crea la compañía que daría lugar a Kodak.

En 1884 lanzan la primera cámara para uso no profesional.

En 1885 inventan el rollo de película.

……

En 1930 se incorpora al índice Dow Jones

En 1935 introduce Kodachrome.

En 1963 lanzan la cámara Instamatic.

……

En 2012 solicitan la protección del capítulo 11 de la ley de quiebras

Al final, la fotografía digital ha podido con Kodak

¿Quién canibaliza a quién?

Sí, al final, la fotografía digital ha podido con Kodak.

¿No se dan cuenta? ¿El número Uno no es consciente de que el mundo digital puede ponerle contra las cuerdas? ¿No son capaces de verlo?

Lo que muchos no saben es que fue Kodak la compañía que inventó la cámara digital (Steven Sasson, ingeniero eléctrico de Kodak -1975).

¿Entonces….?

La situación parece más ridícula todavía. La compañía que es capaz de crear una industria está en peligro de extinción por la situación en la que le ha colocado la tecnología que ella lideró y que no se atrevió a lanzar.

¿Hay algo más estúpido?…

Hay una razón. Siempre hay una razón. Los directivos de Kodak no se atrevieron a lanzar la nueva cámara digital para que no canibalizase su negocio principal: la película.

Es fácil llenarse de argumentos. Somos líderes. Tenemos una cuota de mercado desproporcionada. ¿Por qué vamos a lanzar nada que pueda competir contra nosotros mismos? ¿Por qué vamos a atacar a nuestro propio negocio?

¿Por qué? ¿Cómo que por qué? Porque, si no lo haces tú, lo hará otro. Porque si no lo canibalizas tú, lo va a canibalizar tu competencia. ¿Por qué? ¿Te parece suficiente porqué?

La Misión es mucho más que un concepto bonito

La Misión de tu compañía define el campo en el que juegas. Te ayuda a saber qué es lo que haces. Qué es lo que debes hacer.

Si un producto, tecnología,… cae dentro de la misión, es correcto. ¡Adelante! Cuando el producto está fuera, no es recomendable seguir con el desarrollo. No está en la misión de tu compañía.

Me da la sensación que la misión de Kodak ha sido durante demasiado tiempo “La Película”.

Seguramente, éste es el error. La misión de Kodak ha sido durante demasiado tiempo la “Película” cuando debería haber sido la “Fotografía”.

¿Eso es todo? ¿Una palabra es el problema? Sí, claro que es el problema. No es una palabra. Es una manera de entender el negocio.

Cuando tu Misión es la “Película”, cualquier tecnología nueva que supere a la «Película» te puede desbancar. Cuando tu Misión es la “Fotografía”, cualquier tecnología nueva que supere a la «Película» tienes que desarrollarla tú.

Ser número Uno es fantástico, pero puede ser peligroso. Puede ser peligroso si no te atreves a hacer cosas y dejas que las hagan los demás. Puede ser peligroso si entiendes tu misión, pero no entiendes tu negocio.

Salvador Figueros

Foto: Joost J. Bakker IJmuiden / flickr

¿Cómo Montar un Negocio de Éxito de una Forma Estúpidamente Simple?

Hay dos tipos de negocios. Los que funcionan y los que no. Los que no funcionan no son interesantes. Los que funcionan no son fáciles.

¿La receta del éxito? La receta es que no hay una receta. Hay muchas recetas. Algunas dan mejores resultados que otras.

Puedes ser ortodoxo. Realizar estudios de mercado. Analizar el sector. Estudiar a tu público objetivo. Puedes… hacer muchas cosas.

También, puedes ser menos estricto. Menos sofisticado. Más directo. Más práctico. Puedes… hacerlo de una manera más simple.

Las buenas ideas no caen del cielo

No, las buenas ideas no caen del cielo. Las buenas ideas están delante de ti. Hay que saber verlas.

Hay veces que no hay que ir muy lejos. No hay que invertir grandes sumas de dinero en investigación. No hay que descubrir qué es lo que realmente le interesa al consumidor.

Basta con prestar atención a tu alrededor. Ver qué pasa. Ver qué te pasa.

Sara Blakely se había gastado cerca de 100 dólares en unos pantalones blancos. Eran unos pantalones fantásticos. Sólo tenían un problema. No podía ponérselos.

¿Por qué? Por algo que preocupa a las mujeres. Las marcas y la transparencia. No tenía ropa interior para ese pantalón. Todo se transparentaba o se marcaba.

Sara tenía un problema. Pero también tenía una idea espectacular delante de ella. Una idea para un gran negocio.

Productos simples para solucionar problemas

Al final, todo funciona igual. Productos que solucionan problemas. Productos que te hacen la vida mucho más fácil. Ésa es la clave de todo.

Un pantalón precioso que no podía utilizar. Era un problema que no tenía solución. Por lo menos, no tenía una solución inmediata en el mercado. Tocaba ser creativo.

Sara pensó que podía funcionar. ¿Por qué no? Cortó los pies de unas medias. Creó un producto sobre la marcha y solucionó su problema.

Fácil, sencillo, estúpidamente simple.

Así nació Spanx. Una necesidad, una idea para un producto, 5.000$ de inversión y una compañía.

A partir de ahí, a vender

Sin promoción no hay futuro

Una necesidad y un buen producto son un principio fantástico. Lamentablemente, no es suficiente. Necesitas algo más para que las cosas funcionen.

Sin dinero y sin experiencia las cosas son más difíciles. Todo cuesta un poco más, pero se puede conseguir.

Tienes un gran producto que soluciona un gran problema. Tienes una gran historia. Compártela. Cuéntasela a otros. Diles que existes.

Sara envió unas muestras de Spanx a Oprah Winfrey. Se atrevió con la reina de la televisión americana. ¿Por qué no? ¿Qué puedes perder? Nada.

Los negocios tienen su “Tipping Point” (Malcolm Gladwell). El momento en el que algo insignificante se vuelve importante.

Oprah Winfrey fue el Tipping Point de Spanx. Lo nombró su producto del año. A partir de ahí, el negocio ha ido más rápido. Tiene otra dimensión. Se ha hecho importante.

Todos los negocios pueden tener su Tipping Point particular. El tuyo también. Tienes que saber encontrarlo.

Spanx ha conseguido el éxito sin grandes inversiones, sin estudios de mercado y sin ser demasiado ortodoxo. ¿Qué más da? Lo ha conseguido.

Lo ha hecho de una forma estúpidamente simple. Ropa interior que marca el contorno, medias cortadas por los tobillos y unas muestras gratuitas para un programa de televisión.

Puede parecer poco, pero no ha necesitado nada más. No ha necesitado nada más para convertir su negocio en una compañía de más de 150 millones de dólares.

Salvador Figueros

Foto: katie@! / flickr

Vender Experiencias Es Un Buen Negocio

¿Cuál es la razón por la que pagas en Starbucks tres veces el precio que pagarías en cualquier otro sitio? ¿Qué tienen las sudaderas de Abercrombie para costar el doble? ¿Cuál es la diferencia de Häagens-Daz? ¿…?

Es tentador crear argumentos sofisticados. Hablar de calidad y de otras muchas cosas más. Es tentador pero no es suficiente.

Puedes vender tu producto de muchas maneras. Puedes venderlo sin más o puedes venderlo como lo hacen ellos. Puedes venderlo y convertirlo en una experiencia.

La diferencia está en la experiencia

Leaf Van Boven and Thomas Gilovich (2003) llevaron a cabo un experimento para entender el impacto de la experiencia.

Le pidieron a un grupo de personas que recordasen las compras que les habían hecho más felices. Contemplaron dos categorías. Compras materiales y compras de experiencias.

Entre las compras materiales, podían incluir ordenadores, ropa, muebles,… cualquier elemento físico que hubiesen comprado y que les hubiese reportado una gran satisfacción.

Entre las compras de experiencias, deberían aparecer sus entradas a conciertos, comidas, teatro,… Momentos, vivencias, experiencias que les hubiesen hecho realmente felices.

La primera conclusión que sacaron fue que las compras de las experiencias habían resultado más placenteras.

La segunda conclusión era que la mayoría recordaba más y con mayor agrado las compras de experiencias que las compras de productos.

Las experiencias baten a los productos

Al final, eso es lo que queda. Las experiencias están por encima de los productos.

Las experiencias mejoran con el tiempo. Tiene sentido. Las experiencias no se pueden tocar. Sólo existen en la mente del consumidor. Cuando las recuerdas, tiendes a idealizarlas. Todo lo bueno, con el tiempo, es mucho mejor. Así es como funciona nuestra mente.

Hay otro factor importante. Las experiencias son únicas. No se pueden comparar. No hay cosas mejores. Nada puede dejarlas en segundo lugar.

Transforma tus productos

Starbucks, Abercrombie, Häagens-Daz, Absolut Vodka,… son productos. Pero también son experiencias.

Estas compañías han sabido convertir sus productos en experiencias. Han sabido ir un poco más allá.

Cuando consumes estos productos estás consumiendo una experiencia. Un café en Starbucks no es un café, es algo más. Un paseo por Abercrombie es algo que se te queda en la mente. Algo que no puedes olvidar…

Las experiencias venden. Venden más que los productos. Las compañías que lo entienden le sacan todo el partido. Convierten sus productos en experiencias. Evitan la competencia y venden más.

Salvador Figueros

Foto: TerryJohnston / flickr

Marketing de Productos y Servicios. ¿Diferentes?

Hay una cierta confusión. Muchos tienen dificultades para diferenciar productos y servicios. Hablan de marketing en general. Luego, se lo aplican a todo.

La realidad es algo diferente. La realidad de los servicios es una. La de los productos es otra. ¿Se parecen? Tienen cosas en común. Hay muchas más cosas que les separan.

Ves, tocas, comparas

Los productos funcionan así. Son físicos. Es más fácil entenderlos. No necesitas demasiada interpretación. Unas características. Unas funcionalidades. Unos beneficios.

Si al final encajan con los que buscas, adelante. Si no es así, buscas otros. Los puedes comparar fácilmente. Hay más cosas, pero la atención está puesta en el producto.

Imaginas lo que no puedes ver

Cuando vendes servicios, las cosas son diferentes. ¿Qué vendes? ¿Conocimiento, experiencia,…? Es posible. Pero, en la mayoría de las ocasiones, todo eso se supone. No es diferencial. Todos deberían tenerlo.

Los servicios no se ven, no se tocan y se comparan mal. No existen hasta que se ejecutan. No vuelven a existir hasta que se ejecutan de nuevo.

Para poder valorarlos, tienes que imaginarlos. No hay muchas más posibilidades.

Los productos están ahí

Es así. Los productos siempre están ahí. Los utilizas, les sacas partido,… Te recuerdan tu decisión. Cuando se rompen, se quedan obsoletos, se… los repones. Hay un refuerzo constante.

Los servicios funcionan de otra manera. Cuando los ejecutas, desaparecen. No queda una referencia permanente. No están ahí. Es una pequeña desventaja, pero ésa es su naturaleza.

Lo que tienes que saber

Todo funciona con beneficios y relaciones. Tu  producto o servicio ayuda a alguien a conseguir algo. Beneficio. A partir de ahí, se establece un vínculo. Relaciones.

Beneficios y relaciones afectan a productos y servicios. Pero les afectan de una manera diferente. Los pesos no son iguales.

Tienes que saberlo. Tienes que saber que, cuando vendes un servicio, no estás vendiendo un producto. Tienes que saber que, cuando vendes un servicio, estás vendiendo una relación.

Salvador Figueros

Foto: PopCultureGeek / flickr

¡Despide a tu Departamento de Investigación!

¿Quieres conocer las necesidades del mercado? Investiga. ¿Quieres saber qué nuevo producto puede enloquecer a tus clientes? Investiga. ¿Quieres….? Investiga.

Ésa es la vía tradicional. La que todos utilizan. La verdad está ahí fuera. Sal y cógela. Sal y descubre todo lo que necesitas para hacer crecer a tu compañía.

Seguramente es cierto. Tus clientes son una fuente de inspiración constante. Trabajar al margen de ellos, no parece una buena idea… o sí.

Resultados infalibles

Lego” ha abandonado su plataforma de juegos online “Lego Universe”. Uno de los grandes del sector juguetero ha tenido que cerrar su gran apuesta online.

¿La razón? En una entrevista con Jyllands-Posten, algunos de los directivos de Lego han comentado que la razón del fracaso ha sido un exceso de investigación.

Después de montañas de dinero y horas de estudio, una gran conclusión: los niños necesitan algo físico. La idea es que a los niños les atrae más algo que puedan tocar y sentir.

Si ésa es la conclusión, el siguiente paso parece evidente. Hay que darles algo que puedan tocar.

Como paso previo para poder acceder a su plataforma de juegos online, Lego pedía a sus usuarios que adquiriesen un DVD en una tienda.

El planteamiento es razonable. La investigación decía que los niños necesitaban algo físico y Lego vendió su plataforma online con un concepto físico. Simple.

Ésa es la idea. Invertir en investigación. Dar con el concepto mágico y ponerlo en marcha para conseguir resultados infalibles.

Las cosas no son siempre lo que parecen

Ésa es la idea, pero no funciona. Las cosas no son tan simples y los resultados no han llegado.

Seguro que hay muchas razones. Seguro que forzar el pago en un mundo gratuito no ayuda. Seguro que podían haber aplicado un modelo de pago por mayor funcionalidad de la plataforma. Seguro que….

Da lo mismo. Las razones no son importantes. Es importante el hecho de no cuestionar. El hecho de asumir que los resultados de la investigación no pueden fallar.

Es un efecto curioso que se produce siempre. “La Trampa de la Investigación”: cuanto más inviertes y mas investigas, más confianza tienes en los resultados que consigues. Parece una regla no escrita. Más dinero y esfuerzo, mejores resultados. Pensar así es peligroso.

¡Despide a tus investigadores!

Puede ser una opción. ¿Por qué no? Si los resultados no son buenos, ¿por qué investigar? Si, al final de todo el proceso, no sacas conclusiones válidas, ¿por qué realizar el esfuerzo?

Puede ser una opción, pero seguro que no es una opción inteligente. Investigar es importante. Saber qué opina tu mercado es importante. Conocer el pulso de tus clientes es importante.

El problema no es la investigación. El problema es otro. El problema es pensar que, después de la investigación, no hay nada más. Después, pones en marcha el mecanismo y empiezas a hacer dinero.

El sistema no funciona así. No funciona así porque no son matemáticas. Sería demasiado fácil.

El sistema no funciona con investigación, pero tampoco funciona sin ella. O, por lo menos, es mucho más complicado. Por lo general, necesita más elementos.

Para algunas compañías, la ecuación es investigación hasta un punto y, a partir de ahí, mucho sentido común. Para otras, es investigación hasta un punto y, a partir de ahí, un poquito de locura.

Está bien. Todas las fórmulas son válidas si sabes utilizar la investigación. Su papel no es dar soluciones cerradas. Su papel es abrir puertas y explorar posibilidades. Cuando lo entiendes, le sacas todo el partido. Cuando no lo haces, eliminas oportunidades.

Salvador Figueros

Foto: gurdonark / flickr